¿Conoces ese sentimiento, cuando ves a alguien y no eres capaz de parar de sonreír, como si te hubiesen fijado la sonrisa con pegamento y se te llenase el cuerpo de algo… y que te recorriese todo el estómago y luego se encerrase en el pecho –y todo en apenas un segundo-, y entonces no saber qué hacer para calmarlo, más bien para calmar esas ganas intensas de, de… abrazarte, quererte. ¿Sabes de qué te hablo, no?
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